miércoles, 30 de junio de 2010

Comentarios del 24/02/2007 (“One for the angels”).

Nota: Estos comentarios contienen “spoilers” (referencias a la trama de películas o episodios de series de TV), así que recomendaría su lectura después de haberlos visto; pues no es muy agradable que nos cuenten la historia por anticipado. Nos encanta llegar hasta el final sin tener la idea anticipada de éste (claro, a veces resulta tan obvio que no hacen falta “spoilers”).

El pasado 22/02/2007 en la noche tuve la oportunidad de ver el segundo episodio de la clásica serie de TV “Twilight zone”, conocida en español como “La dimensión desconocida”, cuyo título es “One for the angels” (“Uno para los ángeles”). El guión era también de Rod Serling. El resumen del argumento es el siguiente: Un hombre de sesenta y nueve años, vendedor callejero, consigue a un extraño personaje dentro de su apartamento después de un día de trabajo durante un caluroso verano. Éste comienza a leerle sus datos personales, que tenía anotados en una libreta negra, los cuales eran bastante detallados. Repentinamente el anciano recordó haber visto al mismo desconocido escribiendo en su libreta a unos metros más allá de donde había estado vendiendo durante el día; justo al frente de un edificio público, cuya fachada estaba guarnecida por gruesas columnas apoyadas en el tope de una amplia escalinata. El misterioso personaje resultó ser la Muerte, quien le informó que esa misma medianoche debía marcharse. Por supuesto, el anciano puso excusas y el visitante le enteró de las posibles “apelaciones” que podían aducirse para retardar el inexorable evento. Una podía ser que debía efectuar todavía un trabajo de importancia capital, algo así como un descubrimiento científico. Otra, la existencia de cosas pendientes; a lo que el anciano atajó diciendo que nunca había volado en helicóptero, cosa que presentó como un asunto pendiente suyo. La Muerte, sin inmutarse, recalcó que los pendientes debían de ser de índole especialmente importante. A esto el anciano replicó diciendo que tenía pendiente hacer “la mejor venta de su vida”, pues nunca hacía sido muy buen vendedor. Logra convencer a la Muerte de poner como condición previa a su partida el haber hecho “la mejor venta de su vida”. Ésta accede, pero el mortal se pasa de listo diciéndole después que nunca más se dedicaría a la venta. La Muerte se pone seria y afirma verse obligado a actuar de una manera más dura. Bajan las escaleras en dirección a la calle y, cuando llegaban a la puerta de entrada al edificio, oyen un frenazo seguido de un rumor de personas agitadas. Salen a la calle y el anciano encuentra atropellada por un camión a una niña de ocho años, amiguita suya, quien quedó en estado crítico. El anciano sospechó que la Muerte había producido esta situación y ofreció acompañarlo como estaba previsto si la niña se salvaba. La Muerte se negó en redondo. Ésta se había marchado cuando el médico llegó y, después de examinarla, afirmó que “esperaba una crisis a la medianoche”. En la noche el anciano se colocó con su maletín de vendedor abierto a la puerta de la casa de la maltrecha niña. A un cuarto para las doce de la noche se presenta la Muerte, quien afirma venir a una cita en esa casa en exactamente quince minutos. Pues, el hombre comienza a convencerlo a comprar, echando mano a todas las artes de un veterano vendedor. Logra venderle muchas cosas y, al final, se vende él mismo como servidor leal. La Muerte no puede resistirse a este poder de convencimiento, a esta labor de ventas, del viejo y falla a la cita por escaso un minuto. Esto implica que la niña se ha salvado, después de lo cual éste afirma que está listo para acompañarlo según lo previsto inicialmente. Ambos se marchan caminando tranquilamente, alejándose de la casa de la niña. Excelente guión. Y, como en muchos episodios, ninguna parafernalia tecnológica…

Rubén E. Rodríguez M.

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